Según los estudios poblacionales, la infertilidad afecta al 15% de la población en edad reproductiva, es decir, a una de cada seis parejas, y experimenta una evolución creciente. Aunque el varón es responsable de entre el 25 al 35% de los casos, la edad avanzada de las mujeres con deseo de embarazo puede considerarse como la principal causa actual de incremento de la infertilidad.
La perspectiva vital de las mujeres de las sociedades desarrolladas se ha transformado profundamente en los últimos años. Este cambio en las aspiraciones de la mujer se ha traducido en su incorporación masiva al mundo laboral, lo que ha generado consecuencias personales de indudable trascendencia reproductiva como la postergación del primer embarazo hasta el momento que ella considera profesionalmente más oportuno (edad reproductiva social), el retraso en el establecimiento de uniones personales estables y el uso de anticonceptivos para diferir las gesta.